Manuela Canova
Sentadito en la platea a upa de su abuelo, alentó desde el minuto cero. A pesar de a penas saber hablar, se sabía todas las canciones y agitaba el brazo eufórico. Se le iluminó la cara cuando su equipo salió a la cancha mientras saltaba felíz tirando papelitos. “Tomi”, de a penas dos añitos, es una fija en la platea de All Boys todos los partidos que su equipo juega de local. Su abuelo Nino lo lleva desde que cumplió un año y esa es la razón por la que se sabe todas las canciones a pesar de haber aprendido a hablar hace poquito.
A los nueve minutos del primer tiempo su cara de incertidumbre era indisimulable: Independiente, equipo al que se enfrentaba All Boys, marcaba el primer gol de la mano, o mejor dicho los pies, de Matias Defederico. Pero a Tomás poco le importaba que el “Rojo” fuera más por aquellos minutos, estaba concentradísimo en la gente que alentaba desde la platea de enfrente. Hasta que de repente, apenas ocho minutos más tarde, Mauro Matos, haciendo provecho de una distracción de Eduardo Tuzzio y Gabriel Milito, puso en igualdad al equipo de Floresta con un cabezazo. “Tomi” saltaba y festejaba.
La defensa local se mostraba sólida y el equipo visitante no lograba generar espacios para el ataque, pero Tomás no lo notaba, simplemente se encargaba de practicar una y otra vez los insultos que su abuelo le propinaba al árbitro para poder reproducirlos.
Durante el entre tiempo se dedicó a comer garrapiñadas de una bolsita muy concentrado intentando no manchar la camiseta del “Albo” que llevaba puesta.
En el segundo tiempo no paró de cantar y saltar solito arriba de un asiento, ni siquiera el golazo de Iván Pérez a los ocho minutos lo frenó. Y cuando, nuevamente Mauro Matos sentenció el empate que se congelaría en el marcador, “Tomi” saltó y festejó como si All Boys hubiera ganado el campeonato. Hincha nato, en las buenas y en las malas.