domingo, 6 de noviembre de 2011

El hincha de la vida

Lionel Vecchio

“Dale Machín, sacate el hielo del pecho“. “Qué mala leche que tenemos la p… madre”. “¡No puede ser!”. Estas frases parecen ser del Tano Pasman cuando River perdió contra Belgrano de Córdoba por la Promoción y se fue a la B Nacional. Sin embargo, corresponden a otro personaje, en otro ámbito y en diferentes circunstancias: Isidro Calabrese, hincha fanático de Huracán de 74 años, quien durante todo el encuentro ante Rosario Central, no paró de demostrar su descontento con el equipo.

Isidro, aunque parece ser un seguidor más del conjunto de Parque Patricios, no lo es: su condición de discapacitado motriz y su fanatismo al punto de no faltar nunca de local en el Tomás Adolfo Ducó, lo hace un hincha especial, de esos que a pesar de sus limitaciones, mantienen vivo su entusiasmo.  En la platea Miravé, en el sector para discapacitados que se encuentra junto al puesto de hamburguesas, domingo por medio este socio vitalicio del “Globo”, sufre y se alegra por el momento del conjunto dirigido por Diego Cocca. “Aunque en el último tiempo son más pálidas que alegrías, sigo ocupando el mismo lugar  desde hace casi 60 años. Cada vez extraño más aquel equipo del Metropolitano 1973”, comenta Calabrese al presenciar la derrota por 1 a 0 ante Rosario Central por la 13 fecha de la B Nacional.

Al dar su parecer sobre la actualidad del equipo que le despierta pasiones, explica: “Huracán es mi vida, pero no lo puedo ver en esta situación. Me duele mucho que este en la segunda división. Babington lo terminó dejando en ruinas y ahora sólo queda hacer las cosas bien para que vuelva a Primera”.

Víctima de esos golpes duros de la vida, cuando aquel miércoles 19 de septiembre de 1990  tuvo un accidente automovilístico en la Ruta 9 con destino a Córdoba, que lo dejó parapléjico y en silla de ruedas, asegura que todas las noches le agradece a Dios por darle la oportunidad de “seguir vivo”. “Mi mujer murió instantáneamente después del choque y fue muy difícil para mí superarlo, a tal punto que ni salía a la calle y ni siquiera iba a ver a Huracán”, asegura el oriundo de Parque Patricios, mientras Pablo López desaprovecha una de las pocas situaciones del “Globo” en el partido.

“Don Cala”, como lo conocen en el barrio y en la platea Miravé, donde muchos lo saludan  y hasta comparten unas palabras con él, fue canillita durante gran parte de su vida, profesión heredada de su padre Juan Carlos. “Mi papá fue mi modelo a seguir por su honestidad y sinceridad ante todo, además me dejó su pasión por el trabajo y el fútbol”, comenta Isidro mientras habla del partido con su amigo inseparable Damián, quien lo acompaña siempre al Ducó y es su “colega de la vida”.

Sin duda, Calabrese mantiene prendido el fuego de su pasión por Huracán, a pesar de los golpes que sufrió en su vida y de las adversidades. Sin duda, es un hincha de la vida.